domingo, 10 de agosto de 2008

y quizás sueñen con tocar el mar...

Alberta Pía llegó a su departamento de la calle Humahuaca sintiendo un gran vacío y confusión: cuando se está esperando una casualidad, lo más seguro es que no ocurra.
.
Buenos Aires era una ciudad grande, claro; y encontrarse con aquella persona que uno quiere, así, sin planearlo ni pautarlo, era más complicado de lo que ella creía.
.
Había cenado en el bar de Roberto acompañada de un buen libro y añorando ese encuentro casual y distendido, pero había terminado por tomarse tres copas de vino y la desilusión le plagaba el alma. Le recomendaron una copa más, pero Alberta Pía sintió que era suficiente...
.
Caminó por el Abasto esperando una sorpresa, un quiebre, un cambio. "Un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas...": sintió que había leído demasiadas novelas y había creado falsas expectativas. La ciudad de noche era simplemente hermosa, pero ella esperaba aún más...
.
Emprendió el camino de vuelta a su departamento, ya resignada y riéndose de su jugueteo mental: a veces no era totalmente consciente de qué partes de las historias sucedían sólo en su cabeza, y cuáles eran producto de la realidad.
.
Subió por el ascensor hasta el quinto piso y entró a su secreta morada (secreta, no porque quisiera mantener el anonimato, sino porque todavía no conocía mucha gente en la ciudad): Ese departamento era realmente un espacio ameno. Se quító los zapatos y calzó las pantuflas de ovejas que le había regalado su abuela paterna. Puso música y prosiguió a preparar un café. Mientras esperaba a que hierva el agua, salió a la calle a sacar la basura. Al darse vuelta, ahí estaba: algo hervía y Alberta Pía sospechaba que eran sus entrañas.
.
-Hola Robertino Andrés.
.
-Hola Alberta Pía. Me gusta tu calzado.
.
Alberta Pía rió y lo invitó a tomar un café.
.
La realidad era mágica, sólo había que dejarla actuar a su antojo.
.
Así fue como Alberta Pía Jiménez dejó que alguien entrara a su casa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Venìa de otro lado... ahora no importa bien de donde, pero los vi. Siempre me gusta ver los "momentos". Sean de cualquier tipo, o de ninguno en particular. Momentos de la vida de otras personas. Ver sus cuerpos decir mas cosas que las palabras que brotan espontàneas de sus bocas. Imagino que pensarán. Imagino. A veces, depende del humor, me gusta ponerle música a la escena... como en una pelicula. Subí al auto y arranqué, sin quedarme a ver el final real de la historia, algo me dice que habrá terminado bien... algo me dice que tal vez, la proxima (pues estas cosas siempre terminan en "la proxima") sea ir a una obra de teatro rockero y algunos whiskys rockeros (osea on the rocks).

Anónimo dijo...

...Y en el final nos sorprende, Alberta Pía siempre me sorprende. Quizás parece acercanos otro día normal en su vida, otro desencuentro en la inmensa Buenos Aires, pero no, la mágia húmeda del Abasto y los cafes de madrugada siempre encuentran su cauce...

Seba Cantero dijo...

"Fluir sin un fin, mas que fluir...", je, che que bueno que tengas tu espacio para escribir, voy a seguir buceando por aca.

Besos!

(S)