miércoles, 10 de septiembre de 2008

aunque conozcan sus límites mundanos...

Alberta Pía permanecía sentada frente a la computadora. Recordaba momentos, repasaba diálogos: buscaba encontrar sensaciones que la movieran hacia algo y que produjeran, sin más, una verborragia escrita con algún tipo de sentido.
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Intentando juntar algunas palabras, observó a su alrededor:
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la ciudad era grande inmensamente devoradora y veloz pero Alberta Pía se sentía feliz de estar inmersa en esa vorágine aunque quizás a veces se detenía en un pequeño rincón a observar a las personas correr pero era visible el hecho de que algo de aquella multitud la atraía en demasía Alberta Pía nunca había sido ella demasiado ruidosa aunque disfrutaba del ruido de los otros recordó su pueblo natal con sus casitas prolijamente acomodadas una al lado de la otra y sintió nostalgia por aquello que se le aparecía como un paisaje familiar aunque Alberta Pía Jiménez no era del tipo de personas que se quedan en los lugares conocidos con el solofindeestarcómodas siempre elegiría un buen abismo antes que un cómodo sillón junto a una estufa a leños habían momentos en los que creía que esa era una gran virtud habían otros en los que entendía que era un defecto
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En ese preciso momento, frente a la computadora, desordenó algunas palabras y juntó pensamientos.
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Alberta Pía no podía quedarse quieta.
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Así fue como Alberta Pía Jiménez escribió sin puntos ni comas para salir de la detención.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es como meter todo en una caja, para luego sacarlo de a poco e ir ordenando.